lunes, 18 de abril de 2011

Un cadáver exquisito


Por: Martha Itzel y Jorge Garibay

La mirada más extraordinaria que he visto, una mezcla de
inocencia desvanecida al calor de una lúgubre y fría tarde.
En Turquía
o en México, mi corazón siempre latirá
al ritmo de compases arrítmicos en mi mente, fuera de sintonía
pero al fin ahí,
donde siempre. Cómo siempre. Feliz. Cerca de ti y
junto a ti sentí e imaginé debía ser así, tal vez de la mano o
sólo con el corazón
. Abierto, entero y entregado. Con amor
conectamos, sólo al mirarnos. Nos abandonamos al saber
por el hecho de vivir,
sentir, sentirte. Me gusta sentirte y sentir
el aire. Recorrer cada detalle de tu cuerpo,
agudizando los sentidos, colores sensaciones.
Disfrutar de una caminata en la noche platicando y…
...sólo eso basta para que fácilmente aparezca la música convirtiéndose en lo que quiero.
Eso que quiero
. Fuerzas suficientes para alcanzar nuestros sueños. Pero,
qué quiero. Nuevamente trato de entender mis propias letras,
sin saberlo
, sin entender lo que piensas o lo que quieres,
siempre comprendí que así debía ser más nunca lo sentí tanto como ahora.

Una noche del 2010

domingo, 17 de abril de 2011

Una noche de lluvia






Hoy la noche llego temprano, la lluvia no deja de caer, igual que mis lagrimas que no se detienen sin saber por qué. Quizá es que te amo demasiado. Tal vez sea que me inunda el sueño de estar contigo. La espera me tiene por momentos triste y mi corazón no tiene la capacidad de alegrarse sin sentirte.

Quiero desnudarme, salir corriendo por reforma y sentir la lluvia sobre mi cuerpo erizado por el aire frío de esta noche solitaria, tirarme en el pasto, que me pique la piel, revolcarme, retorcerme y arrancar la hierba como a mis ansias, escarbar en la tierra como en mis deseos y terminar cansada como mis necesidades.

Levantarme exhausta y regresar a casa caminando, arrastrando los pies y sabiendo que llegando descansaré. Podré despertar mañana y seguir viviendo ya sin luchar, sólo vivir y fluir, dejarme ir.

Así, castigada. Con tu ausencia. Abandonada y sola. Contra la pared esperándote, suplicándote y añorándote.

Mi cuerpo siente tu ausencia y te espera. Te ha esperado y así seguirá. Humedeciéndose con lagrimas de dolor, con néctar de excitación.


Para no salir corriendo, me quedaré grabada en la pared, como escultura a la soledad o al sufrimiento. Como un monumento al amor.

sábado, 9 de abril de 2011

Por fin solos



Por fin te puedo besar, tomar tu cara y acercarla a la mía, observar tus ojos, olerte, besarte despacio y mordisquear tu labio inferior, jugar con mi lengua y volver a olerte, sólo olerte y observar tus ojos de cerca. Otra vez.

Disfruto tu mirada mientras te abrazo y me siento sobre ti. Sentirte tan cerca, imaginando lo que puede suceder, lo que te quiero dar.

Me siento intimidada, no sé que hacer ni como empezar. Me abrazas con todo tu cuerpo, siento que puedo perderme. Me siento protegida y me dejo caer, tú estás ahí y me sostienes.

Sabiendo que por fin estamos solos, tú y yo pensando en ella y pensando en él, disfrutamos por ellos.

Me abrazas y me tiras a la cama, te subes sobre mí y me besas, me acaricias, yo te aprieto a mí, me sujeto de ti. Me dejas caer tu peso y me excitas, tu cadera se mueve como sí bailáramos. Tu cadera sobre la mía se mueve y me invita a bailar húmeda de ti, por ese vaivén que me acalora y quiere mas.

Rodamos sobre la cama y te quedas abajo mío, suplicante. Quiero besarte el cuello. Bajar deteniéndome en tu oreja, chuparla con paciencia, con la misma paciencia que nos tiene aquí ahora, por fin solos.

Te beso el ombligo y llego hasta dónde tú pantalón me deja. Saboreo los huesitos que le dan relieve a todo tu cuerpo y subo hasta tu pecho para alimentarme de ti y desviarme en tu axila para quedarme ahí.

Algo me llama, es tu mirada, es tu cadera, son tus piernas y ese ritmo que nos mueve y que seguimos como el mar sigue a la luna. Yo sigo besándote, mordiéndote y lamiendo tus ingles, tus piernas, tu pene endurecido que me hace descubrir la necesidad que me provoca. Necesidad de besarlo, probarlo, metérmelo y lamerlo.

Te disfruto sin pensar, con la vista nublada, siento tu sudor y mi vulva se dilata. Quiero besarte, acariciarte, recorrerte y reconocerte, como te recordaba.