Hoy la noche llego temprano, la lluvia no deja de caer, igual que mis lagrimas que no se detienen sin saber por qué. Quizá es que te amo demasiado. Tal vez sea que me inunda el sueño de estar contigo. La espera me tiene por momentos triste y mi corazón no tiene la capacidad de alegrarse sin sentirte.
Quiero desnudarme, salir corriendo por reforma y sentir la lluvia sobre mi cuerpo erizado por el aire frío de esta noche solitaria, tirarme en el pasto, que me pique la piel, revolcarme, retorcerme y arrancar la hierba como a mis ansias, escarbar en la tierra como en mis deseos y terminar cansada como mis necesidades.
Levantarme exhausta y regresar a casa caminando, arrastrando los pies y sabiendo que llegando descansaré. Podré despertar mañana y seguir viviendo ya sin luchar, sólo vivir y fluir, dejarme ir.
Así, castigada. Con tu ausencia. Abandonada y sola. Contra la pared esperándote, suplicándote y añorándote.
Mi cuerpo siente tu ausencia y te espera. Te ha esperado y así seguirá. Humedeciéndose con lagrimas de dolor, con néctar de excitación.
Para no salir corriendo, me quedaré grabada en la pared, como escultura a la soledad o al sufrimiento. Como un monumento al amor.
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