Ese aroma que me dejó ser como realmente soy. Es tu aroma lo que me acercó.
Ese olor que despertó el deseo más primitivo de mi ser. Mi ser mujer. Esa
hembra que soy, y que te olfatea. Esa yegua que te conoció y te montó. Sin
recato, sin juicios, ni prejuicios. Sólo mi deseo y tú. Tú y yo. Mi deseo y yo…
Nos
fuimos conociendo y reconociendo en cada caricia, en cada momento en el que tu
cuerpo se acercaba al mío. En cada ida y venida llenos de placer y gozo. Entre
silencios, susurros, y la sutileza natural que debajo lleva y conlleva nuestra
historia. Secretos y complejidades que nos hacen únicos, pero que hoy nos tienen
aquí juntos. Así, entregándonos el uno al otro. Empezamos nuestra historia. Es
el principio de algo. No sé qué, pero ya comenzó.
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